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viernes, 17 de septiembre de 2010

Hermandad

Viernes 17 de septiembre de 2010.

Mi balcón entusiasmado florea con fuerza y recibe a la primavera regalándole un concierto de colores a todos los vecinos de la cuadra. El sol acaricia el rostro de mucha gente pensante que acaba de despertarse y viaja a su trabajo a través de las arterias caóticas de la ciudad. Mientras tanto el sol sigue brillado e inyecta invisible y orgánicamente aires de esperanza y paz planetaria.

En este preciso instante seiscientos veintitrés niños se mueren de hambre en Malawi, al sudoeste del continente africano. Un griego amarra al sol una vieja barcaza en la isla de Capri junto a sus hijos dorados por el sol. El encargado de un edificio riega la vereda pensando que gasta mucho agua. Un soldado en medio oriente corre al frente de batalla para recuperar el cuerpo de un hermano caído bajo un manto de humo y aviones de guerra. Un capullo floral recibe el primer rayo del sol y explota en una nebulosa colores. Un niño con una ametralladora se esconde detrás de un tanque.

Un tibetano no piensa, pero es conciente de que respira y desea a través de su corazón paz mundial mediante la meditación. Unos de los últimos elefantes es perseguido por su marfil liberando adrenalina de extinción. Un empresario en la bolsa de Wall street sufre un paro cardíaco por la caída en picada de un acción mientras su mujer está por dar a luz. Otra mujer canta como un ángel en el cielo nocturno de Venecia. Un enamorado hace el amor. Una persona desea morirse y otra desea nacer. Millones de seres que cambiaron la forma de su cuerpo físico nos acompañan invisibles revelándonos de a poco el misterio de la vida. El sistema solar intenta alinearse con el centro de la galaxia. Un Alemán afina su dulce violín Stradivarus. Un bebé recién nacido que conoce el secreto del cosmos aprende a usar la redundante palabra y lo empieza a olvidar. Un perro rengo y fiel acompaña a su dueño a sembrar la tierra.

Un ladrón está a punto de entrar a la bóveda de un banco y hacerse millonario. Un linyera ríe a carcajadas. Una pequeña tortuga repta desde su huevo a la orilla de una playa en el océano pacífico en la carrera más peligrosa de su vida.

Un científico descubre como viajar al pasado y lo invade el miedo por manipular el acontecimiento natural de los sucesos. Un preso inocente añora la libertad con rencor mientras yo, libre de sentimientos, escribo esta reflexión para ustedes tomando un mate y escuchando esta música que les acompañará durante la lectura.

http://www.youtube.com/watch?v=Pskcs79MljE

Miles de millones de sucesos simultáneos ocurren en este preciso instante en el planeta, el cosmos. Estos sucesos son tristes y otros felices. Según la energía con la que estemos atraeremos buenos o malos sucesos. La electromagnética es una ley natural.

A cada ser le toca aparecer en un lugar determinado del planeta y trata de convertir la supervivencia en vivencia. Por algo aparecemos en nuestras manadas, en nuestros núcleos familiares en nuestros falsos países con fronteras.

Siento que cada uno de nosotros tenemos una función evolutiva en estos núcleos. Los padres de cuidar y educar a los hijos y los hijos de educar y enseñar a los padres. Por orden natural los padres cambian de forma primero y quedan los hijos, hermanos entre ellos y hermanos entre todos los seres del mundo.

Somos hermanos de nuestros amigos, de nuestros desconocidos, de nuestros árboles y de nuestros enemigos aunque ellos no lo sepan, somos hermanos del mar, del sol.

Si me juntara con el científico mencionado regresando hacia atrás en el tiempo y me encontrara con antecesores sanguíneos, a falta de tecnología no podríamos comprobar el ADN y de todos modos serían nuestros hermanos. La sangre es el combustible para que funcione la maquinaria física. Hermanos de sangre son todos los que portan sangre en las venas. Los animales son hermanos de sangre, las plantas son hermanas de savia. Todos estamos vivos bajo el mismo cielo de estrellas, arriba y abajo.

La prueba más clara de la hermandad entre todos los seres se enciende en el preciso instante en el que anuncian la destrucción de la tierra por el impacto de una piedra colosal. No es una utopía, está dentro de la posibilidad del nacimiento, desarrollo y transformación de la naturaleza orgánica.

Bajo esa hipótesis, nos unimos con nuestra manada para estar todos juntos y luego con otras mandas, ahí nos damos cuenta que somos uno y deseamos continuar la vida en este planeta. Un sismo genera hermandad, una matanza generar hermandad después del suceso. Un virus genera hermandad.

No es necesario esperar la roca para que el preso se una a nosotros, al alemán que afina su violín, o para ayudar a la tortuga que repta hacia el mar. O para levantar el boleto del colectivo que arrojamos a otro mar de papeles en el piso. Los que somos concientes del amor, es necesario unirnos sabiamente antes de que posibles hechos que están adentro del mazo de naipes de la vida cósmica ocurra. Los que nos son concientes del amor, ya lo serán.

Es difícil unirnos a nuestros hermanos de sangre cuando no logramos unirnos con nuestro entorno ni con nosotros mismos. El tiempo pasa y los hermanos quedan son parte de nuestra manada directa como los amigos, ahora llamados hermanos. Algunos quedan y otros se unen al todo universal y los añoramos con hermosos recuerdos cargados solamente de virtudes, porque los defectos ya son absurdos.

Disfrutemos ahora de los defectos de nuestros hermanos y ayudemos a que se conviertan en virtudes. Sin juzgar, y sin juzgarnos. Somos lo que somos y cada uno está en el mismo instante de la vida con una partida cartas diferente. Todos vamos hacia el mismo lugar pero por caminos diferentes.

Los que odian y destruyen se encontrarán con sus semejantes en la isla del odio, y otros se encontrarán con sus semejantes en la isla del amor, en esta isla se les brindará apoyo y salvataje a los que queden de la isla del miedo porque la gran mayoría se extinguirán entre ellos como muchos de los animales y las plantas del mundo. No habrá miedo porque en la isla del amor no estaremos adentro del cuerpo físico, sino con todos nuestros hermanos en el mismo lugar, el universo.

Le dedico toda la energía y el amor de este texto a Reinald, el hermano de un amigo o hermano, que se ha ido de su cuerpo físico para habitar una isla donde estaremos todos algún día, la isla del amor.

Y a la llegada a la tierra de josefina, la hija de otro hermano para continuar con el equilibrio natural.

Regálenle un abrazo intenso a sus hermanos y gracias por compartir los textos con sus seres queridos, mucha luz y buen fin de semana.

www.freelomtierra.com.ar

Para leer otros textos:

http://blogdefreelomtierra.blogspot.com/

TUNI

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