La música

Buenos Aires 8:30 de la mañana.

Me despierto con un sobresalto y el día gris inmediatamente me autoriza a escribirles algo soleado. Un relámpago violeta y eléctrico ilumina el camino y le da paso a un trueno para cantar con fuerza y despertar a mucha gente. El concierto para oboe de Bach les acompañará en la lectura del texto.

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La lluvia no ha cedido en toda la noche, las plantas y muchos animales cantan y están contentos porque cae agua del cielo y la tierra descarga su angustia por la mala distribución de las riquezas en una canción melancólica.

Nos despertamos en la existencia al momento en que el alma comparte su fortaleza espiritual con la del espermatozoide para soñar y llegar al óvulo entre millones de participantes. Esta carrera microscópica y orgánica tiene un sentido, la vida.

Durante esos nueve meses son los días mas mágicos, iluminados y protegidos del peligroso terreno de la mente. Días de una pureza inigualable. Pienso que en el instante del nacimiento, en el parto propiamente dicho, entramos en un profundo y hermoso sueño del cual somos protagonistas y creadores de la historia que narramos durante toda nuestra vida y al morirnos físicamente, volvemos a despertar. Como todo sueño podemos alcanzar lo que deseamos con la fuerza de nuestra voluntad impulsada por el amor y entremezclar sentimientos con otras personas que están soñando, cruzarnos y elegir pasar con un compañero o compañera los días de ensueño en la tierra bajo la misma sábana.

Ésta es simplemente la creencia principal en la que estarán sustentadas las reflexiones que fueron y seguirán leyendo. No soy un gran lector pero sí un profundo observador de las cosas que aparecen en la naturaleza de mi sueño. Quizá nos encontremos debajo del mar, por las estrellas en algún disco de saturno o conversando en los pétalos de una flor bajo una lluvia dorada de polen.

Me di cuenta a los 25 años cuando empecé a estudiar música, que la vida está hecha de esta comunión de sentimientos absorbidos por los sentidos y expresados con el corazón en lágrimas de felicidad y tristeza. Después de observar mi universo con detenimiento y autorreflexión, siento la voluntad de escribir y compartir con mis hermanos acerca de este sueño tan hermoso.

Mis reflexiones son producto de mi entusiasmo asociado con experiencias propias, es por eso que mi verdad es relativa con respecto a la de ustedes, hay tantas verdades como personas en el mundo que crean fervorosamente en lo que expresan y cada uno es dueño de su destino y un poco del ajeno ya que vivimos en un ecosistema entrelazado por acciones y reacciones biológicas.

Cuando escuchamos música lo sentimientos van a la deriva como una barcaza sin vela en el medio del mar. En ese mismo instante el viento sopla al son de la música y las olas le indican a todas las emociones del cuerpo un rumbo sentido, sea cual fuere, melancólico , alegre, triste, solemne. Eso produce la música en el alma.

En el planeta hay música, si grabáramos el sonido de los océanos, los vientos, los árboles, los arroyos, nos daríamos cuenta que la vida es una orquesta sinfónica natural.

En el espacio las orbitas de los planetas vibran en una frecuencia semejantes a las notas musicales, el cuerpo humano ha sido grabado en su interior y tiene un andar rítmico y armonioso, es por eso que la arritmia debe ser controlada.

Inevitablemente de la reacción emocional del desapego, hay pueblos en el mundo en que la muerte es un motivo de festejo, celebración y danza. La música es inherente al ser humano y viene diluida en todos los sentidos del cuerpo en la dosis justa y está a la espera de quién la quiera utilizar en cualquiera de sus formas; cantando, bailando, silbando, gritando o en silencio.

Siempre digo a modo de proverbio que la música es el viento que sopla la vela del alma y encausa los sentimientos hacia altamar de las estrellas.

Esto significa que nuestros sentimientos están a la deriva sin música, estamos en un estado neutro y si escuchamos música triste y melancólica seguramente activemos recuerdos tristes pero si en cambio oímos música alegre activamos recuerdos lindos, recuperamos fuerzas, prendemos la luz y salimos a bailar.

Estamos entrelazados con la música aún si oírla. Si uno observa el ritmo de la gente que trabaja en el microcentro de las ciudades pobladas escuchando la música del tránsito, la música del kaos, puede claramente identificar lo que causa en esas personas con sólo conversar unos minutos y observar su semblante. La música del kaos y el stress requiere oxigeno y para correr necesitamos una tanque extra.

La música también está hecha de silencios. Oír el silencio en una montaña surcada por arroyos es una bella melodía e incluso en la mayoría de las veces se refleja en quien la escucha.

Un niño en un hogar donde sus padres gritan, se pelean y se faltan el respeto, es la música que ese niño escucha durante su infancia y seguramente querrá escuchar o expresar cuando crezca, no así en un lugar donde reina la paz, el respeto y la tranquilidad componiendo una bella melodía.

Una vez discrepé con un docente y estuve firme en mi decisión de que los pájaros hacen música. Claro que la hacen y canalizan a través de su canto la música del universo, como el cantar de las ballenas y de los grillos.

La música se puede presentar en silencio a través de un cuadro o en el labrado de la tierra para las siembras manteniendo un orden y un diseño en el arado.

Quien grita con enojo tapa un cantar que puede ser más melódico y agradable al oído mediante la conversación.

Los instrumento musicales, importantes representantes del cantar universal a través de los humanos, son unos de los inventos más grandes jamás conocidos.

El piano, con una sonrisa llena de dientes y algunas caries mezcla matemática y sentimientos capaces de hacer llorar o reír a quién desee oírlo.

Pienso que los instrumentos son nuevos ciclos de los árboles cediendo sus extremidades para transformarlas en violines, guitarras, pianos, bandoneones, violas, violonchelos, alimentando el alma de cada uno y otorgando su mejor parte para la construcción de sonidos mas dulces al oído.

Siempre me gustaron los instrumentos analógicos y los que están construidos pieza por pieza artesanalmente. Es verdad que la tecnología ayuda a solventar problemas acústicos pero sinceramente prefiero escuchar música donde sólo interfiera la electricidad del cuerpo y la del corazón.

Hay computadoras que escriben pentagramas y hacen el trabajo de los copistas y músicos antiguos. Pienso que la textura de un papel con una melodía escrita bajo un sentimiento único y el paso de los años que le otorga ese color dorado a la hoja llevan una magia irremplazable como las cartas de amor.

Pero como adentro de su objetivos comerciales vive la música y el hecho de pensar que más seres estudien música en todas sus formas, a ésta reflexión le voy a otorgar un bonus extra para que suene una bella melodía sin importar lo intereses comerciales.

Pienso que a medida que pasan los años los instrumentos construidos con madera siempre y cuando se cuiden, mejoran su sonido. Muchos le atribuyen esas características sonoras a lo añejo que esta la madera y otras alteraciones químicas de la misma. Comparto y También expreso que la madera que se toma prestada del árbol y se emplea en un instrumento, al paso de los años continúa evolucionando orgánicamente y por lo tanto regala un sonido cada vez más dulce y penetrante en el corazón.

Si gritan de emoción que sea lo más fuerte posible para generar contagio, si gritan con enojo que sea lo más suave posible para generar una melodía más bella para los niños y amigos míos, salgan a cantar, a tallar, a pintar, a correr y a bailar que el cuerpo con paciencia los espera para que unan sus días con la música en todas sus formas.

Le mando un abrazo grande y éste fin de semana inviten a bailar a sus seres queridos y sintonicen la canción que más les guste que aunque esté nublado brilla el sol.

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Buen finde y mucha luz.

Tuni.